Señor,
esta mañana tengo
los párpados frescos como hojas,
las pupilas tan limpias como agua,
un cristal en la voz como de pájaro,
la piel toda mojada de rocio,
y en las venas,
en vez de sangre,
una dulce corriente vegetal.
Señor,
esta mañana tengo
los párpados iguales que hojas nuevas,
y temblorosa de oros,
abierta y pura como el cielo el alma.
--de El agua y la noche, de Juan Laureano Ortiz, en Obra Completa, edición de la Universidad Nacional del Litoral, 2005
lunes, 14 de septiembre de 2009
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